Estados Financieros

Los estados financieros: cuando la contabilidad cumple su promesa

Toda ciencia se justifica por su propósito, la medicina por aliviar, el derecho por ordenar, y la contabilidad, por revelar la verdad financiera. No nació para ocultar, ni para decorar cifras, su fin es informar con fidelidad lo que una entidad es, ha sido y, en cierto modo, hacia dónde se encamina.

Ese momento final, donde todo el trabajo contable se condensa y cobra sentido, es cuando se emiten los estados financieros, no son simples reportes, son como lo señala la NIC 1, “una representación estructurada de la situación financiera y del rendimiento financiero de una entidad”. Son la voz final del sistema contable, el cierre lógico de un proceso que empezó con un comprobante y terminó con una historia completa.

Pero no se trata de un solo documento, la contabilidad —como la realidad misma— es multiforme, y por ello necesita cinco estados financieros principales, cada uno con su enfoque, su propósito y su verdad.

1. Estado de Situación Financiera (antes llamado Balance General)

Es la fotografía de la empresa en un momento dado, expone lo que la entidad posee (activos), lo que debe (pasivos) y lo que le pertenece a sus dueños (patrimonio). No hay en él resultados ni emociones, solo posición. Es el espejo más estático, pero también el más sólido, muestra si una empresa es solvente, líquida, viable, y por sobre todo… si puede cumplir sus compromisos.

2. Estado de Resultados Integrales

Ya trabajado en profundidad, este estado narra lo ocurrido en un periodo, ingresos, gastos, costos, utilidad o pérdida, además de otras ganancias o pérdidas no realizadas (como diferencias de cambio, revaluaciones o coberturas). Es, quizás, el estado más interpretado, el que revela si se ganó o se perdió, si la empresa funcionó… o solo sobrevivió.

3. Estado de Cambios en el Patrimonio

No tan observado por los no iniciados, este estado muestra cómo ha variado el patrimonio contable, aumentos, reducciones, utilidades retenidas, aportes, dividendos distribuidos. Permite entender la historia del patrimonio y la lógica de las decisiones de los socios, es el diario íntimo del capital.

4. Estado de Flujos de Efectivo

Aquí no hay devengo, solo dinero real, entradas y salidas de efectivo, agrupadas en actividades operativas, de inversión y de financiamiento. Este estado permite ver si la empresa genera liquidez, si invierte adecuadamente, si se endeuda y cómo paga. Es la prueba ácida de la sostenibilidad, no basta con ganar en papel, hay que sobrevivir en caja.

5. Notas a los Estados Financieros

Son el texto que explica la cifra, en ellas se detallan políticas contables, criterios de estimación, contingencias, información comparativa y toda revelación relevante que complemente los estados. Sin estas notas, las cifras pueden parecer mudas. Con ellas, cobran sentido.

El todo como promesa cumplida

Estos cinco informes —interconectados, consistentes, auditables— no son solo producto final de la contabilidad, son también la razón por la cual existe. La NIC 1, que guía su presentación, exige que sean comprensibles, relevantes, fiables y comparables. No basta con cumplir formalidades, deben contar la verdad útil.

Por ello, emitir estados financieros no es solo una obligación técnica, es el acto supremo del contador. Es cuando se pone en juego todo lo registrado, desde un recibo por servicios hasta una depreciación proyectada, es el momento donde las cuentas dejan de ser números y se convierten en información para la toma de decisiones.

Cuando un contador emite estos estados, está cumpliendo con la sociedad, está entregando un diagnóstico, un balance emocional y financiero, una hoja de ruta, está cerrando el ciclo, y en ese acto, la contabilidad deja de ser mecánica para volverse, como siempre fue, una ciencia profundamente humana.