Contabilidad, Proceso Contable

Conciliación bancaria para confiar

Cuando el banco y la empresa deben hablar el mismo idioma

Hay un momento, en toda gestión contable, donde los números parecen enfrentarse entre sí, por un lado, está lo que la empresa cree tener en el banco, por otro, lo que el banco realmente dice que tiene. Y entonces aparece un ejercicio silencioso, paciente y revelador, la conciliación bancaria.

Lejos de ser un trámite más, conciliar es reconciliar dos verdades que no siempre coinciden, pero que deben encontrarse. Es un proceso que exige rigor, memoria, humildad y, sobre todo, honestidad, porque cuando la empresa empieza a mentirse sobre su liquidez, todo lo demás comienza a tambalear.

La conciliación bancaria consiste en comparar el saldo de la cuenta corriente según los libros contables de la empresa, con el saldo que aparece en el estado de cuenta emitido por el banco. ¿La diferencia se explica?, ¿no se explica?, ¿se investiga?, porque cada desajuste tiene un nombre, cheques en tránsito, depósitos no registrados, cargos bancarios omitidos, abonos duplicados, errores humanos… o intencionales.

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Estados Financieros

Los estados financieros: cuando la contabilidad cumple su promesa

Toda ciencia se justifica por su propósito, la medicina por aliviar, el derecho por ordenar, y la contabilidad, por revelar la verdad financiera. No nació para ocultar, ni para decorar cifras, su fin es informar con fidelidad lo que una entidad es, ha sido y, en cierto modo, hacia dónde se encamina.

Ese momento final, donde todo el trabajo contable se condensa y cobra sentido, es cuando se emiten los estados financieros, no son simples reportes, son como lo señala la NIC 1, “una representación estructurada de la situación financiera y del rendimiento financiero de una entidad”. Son la voz final del sistema contable, el cierre lógico de un proceso que empezó con un comprobante y terminó con una historia completa.

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Contabilidad, Proceso Contable

El cierre contable, cuando una empresa se mira de frente

Llega un momento, al final del año contable, donde toda empresa —por pequeña, por caótica o por ambiciosa que haya sido— debe detenerse, Mirar atrás, reunir todo lo que fue y dejarlo escrito. Ese momento se llama cierre contable, y no es un simple trámite, es el acto en el que la empresa asume lo que ha sido.

El cierre contable no es automático, es un proceso metódico, estructurado, muchas veces complejo, pero esencial. Su propósito es uno, dejar en cero las cuentas que corresponden al ejercicio económico que termina, para que el nuevo año comience sin residuos, porque en contabilidad, como en la vida, lo no cerrado tiende a arrastrarse.

Este procedimiento implica cerrar todas las cuentas de resultados —ingresos, gastos, costos— que conforman el elemento 6 y el elemento 7 del Plan Contable General Empresarial, y esas cifras, al cerrarse, no desaparecen, se trasladan, van a desembocar en un lugar clave, a veces temido, a veces celebrado, el Elemento 8, donde habita la cuenta de resultados del ejercicio.

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Estados Financieros

El Estado de Resultados, el espejo final de la verdad financiera

Hay un momento, al final de cada periodo contable, en que la empresa ya no puede ocultarse, todo lo que hizo, todo lo que omitió, todo lo que ganó o perdió, queda plasmado en un solo documento, el Estado de Resultados Integrales. Es allí donde los ingresos y egresos, los aciertos y errores, el crecimiento o el desgaste, se exponen sin matices, es la confesión financiera de la organización.

Este estado no surge de la nada, su estructura, contenido y forma están regidos por principios contables universales y normas internacionales. La NIC 1 – Presentación de Estados Financieros, en armonía con la NIIF 15 – Ingresos de Actividades Ordinarias, establece cómo deben reconocerse y presentarse los ingresos. La NIC 12 aborda el tratamiento del impuesto a la renta, y detrás de cada cuenta —de cada cifra— está también el peso del devengo, de la prudencia, del registro oportuno, porque más allá del formato, lo que importa es que el resultado refleje la realidad.

El Estado de Resultados Integrales no se limita a mostrar la utilidad neta, integra también otros resultados globales como revaluaciones, coberturas de flujo de efectivo, conversiones de moneda extranjera, entre otros. Refleja no solo el desempeño operativo, sino también el impacto de decisiones contables complejas y de movimientos patrimoniales que no se registran directamente en la utilidad neta.

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NICS

Más allá de números, lo que cuenta en la NIC 1

NIC 1

Lima amanecía gris, el frío golpeaba el piso doce en la sala de juntas, Enrique Rojas contador general de la empresa revisaba por última vez el expediente, no se trataba de un simple informe, esa tarde presentarían los estados financieros del grupo empresarial.

Ajustó sus gafas y mirando al equipo, habló como quien dicta un manifiesto, la NIC 1 nos exige que lo que presentemos sea comparable, comprensible, y fiel a la realidad. Nuestro trabajo es mostrar la situación financiera, el rendimiento y los flujos de efectivo, para que cualquiera que lea esto pueda decidir con conocimiento.

Mientras pasaba las páginas, iba desgranando, casi como un sermón, los objetivos… mostrar activos, pasivos, patrimonio, ingresos, gastos, aportes de propietarios, distribuciones, y flujos de efectivo. Y hacerlo con el respeto a tres principios innegociables, presentación razonable, cumplimiento íntegro de las NIIF, y honestidad ante la materialidad.

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NICS

La Moneda del Silencio y del Ruido – NIC 21

(Un ensayo sobre la NIC 21)

En el pulso íntimo de toda organización palpita una verdad silenciosa, cada transacción, cada cifra, respira en una lengua propia, una lengua que no se mide en palabras sino en moneda. La moneda funcional, más que una etiqueta contable, es la esencia que refleja la economía real en la que la entidad vive y se mueve. Determinarla no es un acto mecánico, sino un ejercicio de observación lúcida, se busca aquella divisa que mejor capture el flujo natural de ingresos y gastos, la que marca el compás de las operaciones diarias y se convierte, inevitablemente, en la voz financiera de la empresa.

Pero el mundo rara vez se conforma con fronteras fijas, las empresas comercian más allá de sus costas, y al hacerlo, la moneda extranjera entra en escena como un viento distinto que altera el peso de las cifras. Aquí, la NIC 21 enseña a traducir sin traicionar el sentido, al registrar partidas en otra moneda, el tipo de cambio al contado del día de la transacción es la brújula. Sin embargo, en la medida en que los saldos permanezcan, las oscilaciones del mercado generan diferencias de cambio que no pueden ser ignoradas, se convierten en ajustes que, según su naturaleza, pueden golpear con fuerza el resultado del período o reposar silenciosos en el patrimonio.

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