Toda ciencia se justifica por su propósito, la medicina por aliviar, el derecho por ordenar, y la contabilidad, por revelar la verdad financiera. No nació para ocultar, ni para decorar cifras, su fin es informar con fidelidad lo que una entidad es, ha sido y, en cierto modo, hacia dónde se encamina.
Ese momento final, donde todo el trabajo contable se condensa y cobra sentido, es cuando se emiten los estados financieros, no son simples reportes, son como lo señala la NIC 1, “una representación estructurada de la situación financiera y del rendimiento financiero de una entidad”. Son la voz final del sistema contable, el cierre lógico de un proceso que empezó con un comprobante y terminó con una historia completa.
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