Conceptos Básicos, Contabilidad

El Silencio de las Fuentes — Un relato sobre el activo, pasivo y patrimonio

Hay algo casi sagrado en el equilibrio.

No ese equilibrio falso de las apariencias o de las palabras diplomáticas, sino el equilibrio real, profundo, que nace del enfrentamiento entre lo que uno tiene y lo que debe, ese equilibrio que uno aprende no cuando todo va bien, sino cuando el viento ruge y la estructura tiembla. Ahí, en esa frontera invisible, es donde habita la contabilidad, y más allá de sus cifras frías, hay una verdad que late, todo lo que posees ha venido de alguna parte, y esa procedencia, esa fuente, lo dice todo sobre ti.

A eso lo llamamos activo, pasivo y patrimonio. Pero no son solo conceptos, son personajes en una historia que todos —personas, empresas, países— vivimos a diario.

Imagina que despiertas un día siendo una empresa. Abres los ojos y ves lo que tienes, una computadora, una silla, un escritorio, algo de dinero en una cuenta, todo aquello son tus activos, tus herramientas, tu piel, tu aliento, son todo aquello con lo que puedes moverte, crecer, intentar.

Pero pronto llega la pregunta inevitable: ¿De dónde vino todo eso?
No hay nada gratuito, ni siquiera en este juego simbólico, lo que tienes fue entregado, prestado, financiado, invertido. Ahí está el pasivo, el susurro incómodo de las deudas, el recordatorio de que alguien confió en ti y ahora espera algo a cambio, el banco que te prestó, el proveedor que aún no ha cobrado, incluso ese empleado que trabaja hoy pero cobrará a fin de mes, todos están ahí, de pie, esperando, como sombras amables o impacientes.

Y si te queda algo después de saldar todas tus deudas —si acaso sucede—, eso es tu patrimonio, es lo que verdaderamente es tuyo, el ruido de tu historia, la memoria de tus esfuerzos, la suma de lo que fuiste capaz de generar por ti mismo.

Entre estos tres, se despliega una danza de espejos perfecta: Activo = Pasivo + Patrimonio.
No porque lo diga un manual, sino porque la realidad misma no permite otra forma, cada recurso tiene un origen. cada origen deja una marca. Esa ecuación simple es la partida doble, la médula del relato contable, porque todo lo que entra, ha salido de otro lugar, toda acción genera una reacción, todo recurso tiene una fuente, todo movimiento implica dos caras. El activo respira, pero respira gracias a los pulmones del pasivo o del patrimonio, no puedes tener sin deber, no puedes crecer sin explicar de dónde vino ese crecimiento.

Y esta relación no es estática. Es una tensión constante. Una empresa con muchos activos y pocos pasivos puede sentirse libre, sólida, pero si esos activos se deshacen en gastos sin retorno, la balanza se romperá, y lo que parecía riqueza era solo un espejismo. En cambio, una empresa con pocos activos y muchas deudas carga con un peso que la aplasta, una promesa escrita en piedra, y ahí, entre esas cifras, no hay solo números, hay decisiones, errores, riesgos mal calculados, esperanzas todavía no cumplidas.

Contar con claridad tus activos, tus pasivos y tu patrimonio no es simplemente un acto contable, es mirarte al espejo sin parpadear, es reconocer que cada computadora encendida, cada escritorio comprado, cada máquina funcionando… es el resultado de una historia, una historia de confianza, de riesgo o de sacrificio.

Y entonces entiendes, la contabilidad no es solo una técnica, es una forma de memoria, una narrativa silenciosa que responde a la pregunta más humana de todas: ¿De dónde vino todo esto? ¿Y qué tan tuyo es lo que tienes?